Fue así como el Departamento de Cultura de la Ilustre Municipalidad de Lota llevó a cabo un emotivo acto simbólico en honor a la Cruz de Mayo. Una tarde colorida y llena de música, donde participaron diversos grupos folklóricos de la zona, como Amigos del Folclore, Unihue, Afolcar y Melicochi; quienes deleitaron a los asistentes con sus hermosas danzas y cantos tradicionales.

El alcalde Patricio Marchant Ulloa recalcó la importancia de seguir las costumbres tradicionales de nuestra zona, poniendo en valor nuestra identidad y cultura.

Durante el evento, se destacaron tres cruces por su creatividad y belleza. La primera de ellas perteneciente a la Escuela Santa María Guadalupe, cuyos estudiantes y docentes trabajaron arduamente para decorarla con flores y cintas de colores. La segunda cruz fue la de los Trovadores de la Música Minera, Sr. Lucho Inzunza y Sr. Juan Faúndez, junto a la directiva vecinal de Caleta El Blanco. La tercera cruz fue presentada por la familia Rivera Jiménez, quienes habían preparado una hermosa cruz adornada por todos sus integrantes, compartiendo esta tradición en familia.

 

Historia de la Cruz de Mayo

Dentro de los registros de la Biblioteca Nacional de Chile, se dice que la fiesta de Cruz de Mayo, se remonta a los tiempos de la Conquista, cuando una de las devociones más generalizadas en el país era el culto a la Santa Cruz.

Como el misionero católico apenas sabía el idioma de los indios a quienes venía a evangelizar, para hacerse entender necesitó servirse de signos externos para reforzar su enseñanza. Era primordial inculcar la idea de Dios, unida al misterio de la redención y a la verdad de la recompensa después de esta vida. Para esto recurrían a la cruz, la que colocaban en alguna colina o lugar visible cerca de sus misiones.

Como un medio de mantener viva la doctrina, nombraban fiscales en los pueblos, quienes tenían el encargo de bautizar y rezar los días festivos en la capilla o al pie de esa cruz expuesta a la veneración pública.

Los misioneros fundaron hermandades en torno al culto de la cruz el que se tributaba los últimos ocho días de ese mes en los que acudían bailes chinos a danzar ante el madero.

Posteriormente, las cruces veneradas en los campos se arreglaban con flores y variados adornos. En las casas se honraba la cruz con el rezo del rosario, el canto de letanías, con canto a lo divino y se festejaba con mistelas y «gloriao».